jueves, 22 de septiembre de 2011

Las arañas de Almodóvar

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Al hilo del estreno de la última película de Almodóvar, La piel que habito, basada en la novela de Thierry Jonquet Tarántula, me ha llamado la atención que el título original de la novela en francés no es Tarentule, como uno podría inocentemente esperar, sino Mygale. Es un ejemplo de esos falsos amigos que abundan especialmente entre los nombres zoológicos. (Y lo de falsos amigos no lo digo por el veneno de las arañas.)



Lycosa tarantula (Pixin, 2009)
Estrictamente, la tarántula es la araña Lycosa tarantula, de la familia de los licósidos. Lycosa tarantula es una de las arañas más grandes de Europa; las hembras, más grandes que los machos, pueden superar los siete centímetros y medio de longitud total. Recibe su nombre de la ciudad de Tarento, en Italia, donde existía la creencia de que su picadura provocaba el tarantismo, un profundo letargo que conducía a la muerte. El único remedio era un baile muy rápido, la tarantela, que supuestamente disipaba los efectos del veneno. Pero la picadura de la tarántula, aunque dolorosa, no es mortal, ni mucho menos. Se piensa que el mito surgió como un pretexto para perpetuar las danzas de origen pagano en la rigorista Italia católica del siglo XVII.

Por extensión, en español se llama tarántulas a las arañas de la familia licósidos, especialmente a las especies grandes, mientras que en francés se las denomina araignées-loup ("arañas-lobo"), aunque a veces también reciben el nombre de tarentules o lycoses. En inglés se llaman wolf spiders. Estas arañas son ágiles cazadoras solitarias. Lycosa tarantula es nocturna, y caza al acecho oculta en su escondrijo; esas patas peludas que a veces vemos asomando de una grieta entre dos piedras, en un árbol o en una pared son de una tarántula. Pero, a pesar de su mala fama, la tarántula no es un animal peligroso; normalmente, huye a gran velocidad ante la presencia de animales grandes y, como hemos dicho, su veneno no es particularmente tóxico para los seres humanos.

Araña mona (Snakecollector, 2009)
Cuando los primeros colonizadores españoles llegaron a América, se encontraron con grandes arañas peludas que les recordaban a las tarántulas europeas, y comenzaron a llamarlas de la misma manera. Estas grandes arañas americanas pertenecen a las familias de los terafósidos y los diplúridos, en el suborden de los migalomorfos. Las tarántulas europeas, por su parte, pertenecen al suborden de los araneomorfos. La principal diferencia entre estos dos subórdenes es la orientación de los quelíceros, los apéndices bucales que sirven para atrapar y manipular el alimento. En las arañas araneomorfas, los quelíceros se cruzan en diagonal, mientras que en las migalomorfas son paralelos y verticales. Estas arañas son las que en francés reciben el nombre de mygales, a las que alude el título del libro de Jonquet. En inglés y en español se suelen llamar tarántulas (tarantulas), aunque en español también se pueden denominar migales o migalas.

Entre estas tarántulas americanas o migales está la araña más grande del mundo: La araña goliat o araña mona (Theraphosa blondi). Esta araña nocturna puede alcanzar hasta treinta centímetros de longitud total y pesar más de cien gramos. Vive en túneles en las zonas pantanosas de las selvas del norte de Sudamérica, y se alimenta de grandes insectos, ranas, lagartos, ratones, e incluso pájaros y serpientes venenosas. Es una araña muy agresiva. Emite un ruido silbante cuando se aproxima un enemigo potencial, y puede lanzar contra él unos pelos irritantes que le crecen en el abdomen. Si esto no basta para ahuyentar al intruso, no duda en morder con sus quelíceros de dos centímetros de longitud. Aunque el veneno no es mortal para los humanos, la picadura es muy dolorosa. Pero, a pesar de todo, la araña mona es un plato exquisito para los yanomamos del Amazonas (una vez extraído el veneno, claro).
Araña cazadora gigante (Petra & Wilfried, 2000)

En realidad, la araña mona sólo es la más grande del mundo en peso; en 2001 fue destronada como araña más grande en longitud total por la araña cazadora gigante (Heteropoda maxima), descubierta ese año en cuevas de Laos. Esta araña se alimenta de ranas y grillos; aunque es menos corpulenta que la araña mona, supera con sus larguísimas patas los treinta centímetros de longitud.